viernes, 3 de junio de 2011

El paraíso en la Tierra

Si uno cierra los ojos y piensa en el viaje de su vida, quizás muchos coincidamos en pronunciar un nombre, algo que va más allá de lo conocido, y reservado en muchas ocasiones a unos pocos. Maldivas, un nombre mágico que evoca los deseos más ocultos cuando de lujo y sibaritismo se trata, y, como no, incluso dentro de este Universo de sentidos que son estas islas, hay lujo, gran lujo, y otros mundos, como son el que hoy tenemos el placer de disfrutar, Huvafen Fushi.

Pocos hoteles pueden presumir de tan buen gusto como este.


Así, a bote pronto, uno puede pensar que ya sólo el hecho de estar en Maldivas es suficiente, pero no nos llevemos a engaño, siempre hay algo más grande, mejor situado y más recóndito y discreto. Y ese es el caso de este Hotel, alejado de toda la parafernalia que conllevan las grandes cadenas hoteleras, y con una razón de ser muy ligada a una filosofía de vida, el disfrute, el pensar que hay cosas que pueden esperar, y que pueden hacerlo lejos de Maldivas.


Los detalles son exquisitos a cualquier escala que queramos comprobar.

A partir de aquí, el Hotel lo tiene todo, absolutamente todo para ser considerado uno de los mejores del mundo. Sus habitaciones, si es que el concepto habitación es aplicable a este lugar, son majestuosas, desde las más simples a la joya de la corona, la Beach Pavillion, nada menos que, ojo al dato, 800 metros cuadrados, con playa privada y todo los lujos imaginables para un mortal como nosotros, incluido un mayordomo las 24 horas del día, y como no podría ser menos en este nivel, un yate de 21 metros llamado Sensuelle (qué buen gusto….) y que cierra el círculo de lo que es sin duda una experiencia inolvidable, a 4.000$ noche.


Las habitaciones respiran minimalismo y una atmósfera casi mágica.

Todo esto se ve aderezado por una serie de restaurantes de calidad suprema, lo que denominan Dine & Imbibe. Si no hemos perdido los sentidos anteriormente, destacar a los y las sibaritas la cava de puros, donde se pueden encontrar, entre otros, los Cohiba Corona Especiales, Hoyo de Monterrey o los Trinidad Coloniales entre otros.



Todo está pensado para relajar cuerpo y mente, y olvidar que el mundo existe.



Lo mismo que la espectacular bodega de la que disponen, 28 páginas que hacen perder el sentido. Trato aparte el que merece, pues dispone de cientos de firmas, entre ellas podremos degustar un Dom Perignon Oenotheque del 76, por “apenas” 5.500 $ botella, o un Pinot Noir de museo como es el Romanee Conti de 1999 por 31.000 $, o el Chateau D´Yquem, Sauternes, un vinito para el postre que cotiza a 19.500$.


Pocos son los afortunados que pueden disfrutar de este regalo de los dioses.

En resumen, un paraíso en la tierra este Huvafen Fushi, y eso que no hemos parado a revisar los Spa ni las actividades de ocio, que ya ponen la guinda a uno de esos lugares a los que todos deberíamos tener el derecho a acceder. Sólo es cuestión de lo de siempre, muchos euros, pero muchos, muchos.


El Beach Pavillion se cotiza a 4.000$ noche, y cuenta con 800 metros cuadrados.


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